jueves, 2 de octubre de 2014

Embassytown

Hace unos meses publicaba en este blog la reseña de "La Ciudad y la Ciudad", del escritor de ficción científica China Miéville. El libro me entusiasmó así que hace unas semanas me zambullí en la lectura de otra obra suya: Embassytown.

Nos encontramos en un futuro indeterminadamente lejano en el que la humanidad ha colonizado el espacio gracias al descubrimiento de los viajes a través del "immer", una especie de dimensión paralela. Embassytown es un asentamiento remoto situado en medio de una ciudad poblada por la misteriosa raza de los Ariekei. Los Ariekei tienen una característica intrigante: su lenguaje es incapaz de expresar aquello que no existe o que no es cierto. Por ello, son incapaces de mentir o de imaginar. El idioma Ariekei también tiene otra particularidad: se necesitan dos bocas para poder hablarlo, de modo que la única forma que tienen los habitantes de Embassytown de comunicarse con sus vecinos alienígenas es mediante "embajadores": parejas de personas que, mediante una educación y un condicionamiento especial, adquieren tal compenetración que los Ariekei son capaces de entenderlos sin problemas.

Humanos y Ariekei se relacionan a través del comercio: a cambio de su sofisticada biotecnología, los humanos acceden a participar en extraños rituales en los que se representan determinadas acciones y situaciones, para que éstas, al convertirse en reales, puedan entrar a formar parte del idioma de los Ariekei y por tanto les permitan expresar conceptos que antes no podían.

La protagonista de la novela, Avice, es precisamente una de estas personas que, siendo niña, protagonizó una de estas extrañas ceremonias, convirtiéndose ella misma en un símil: "la niña que fue herida en la oscuridad y que comió lo que se le fue dado". Avice vuelve a su ciudad natal después de varios años de viajes, y se ve enredada en un acontecimiento catastrófico: la llegada de un nuevo embajador cuyas voces tendrán un efecto inesperado y devastador en los Ariekei.

Como se puede ver, ideas originales y sugerentes no le faltan a la novela. Ésta comienza con un ritmo bastante sosegado, lo cual lejos de hacerla aburrida permiten que nos aclimatemos a la extraña forma de vida de Embassytown y que saboreemos sus excentricidades. El autor es muy elegante introduciendo los distintos aspectos de la vida en dicha ciudad; esquiva las explicaciones explícitas de modo que el lector tiene que hacer un esfuerzo para comprender de qué está hablando, lo cual convierte la lectura en un juego de ingenio muy gratificante.

Desgraciadamente, el libro empieza a flojear hacia la mitad, cuando se abandona la exploración de tan fascinante mundo y comienza la acción. La novela se vuelve impaciente y apresurada, y la sucesión de giros argumentales no logra avivar el interés por la trama. Es además entonces cuando la suspensión de incredulidad sufre y algunos planteamientos más traídos de los pelos empiezan a mostrar su precariedad.

En definitiva, como "La ciudad y la ciudad", se trata de una novela llena de ideas muy originales e interesantes, pero al revés que esta, el autor no consigue construir una historia apasionante con ellas. Pese a todo, confirma que China Miéville tiene una imaginación portentosa que espero siga produciendo novelas tan sorprendentes.